Premio Medalla de Don Bosco 2023

     Buenas tardes a todos.

    Es un placer que nos acompañéis en un día tan especialpara nosotros.

    Hoy estamos aquí para celebrar la primera edición del Premio de la Medalla de Don Bosco de la Asociación de Antiguos Alumnos Salesianos de Algeciras.

     Todos los que estamos aquí, somos madres, padres, alumnos, profesores, religiosos, allegados todos a la familia Salesiana. Gente diversa, con diferentes profesiones y de edades diferentes. Pero a todos nos une algo que va mucho más allá del trabajo, la edad o el estado. Algo trascendente, hermoso, que hunde sus raíces en lo más profundo de nuestra alma: la huella de Don Bosco. Un hilo invisible que traza un hilván sobre los corazones de todos los que estamos aquí y de algunos que ya no están y que hoy recordamos con cariño.

     Mientras leía sobre Don Bosco y planeaba el contenido de esta presentación, me  iba emocionando según avanzaba. Reflexionar sobre aquellos valores que representa su figura, es mucho más que leer sobre educación. Bucear en su persona y en su legado es volver a descubrir la total actualidad de sus principios. En un mundo difícil para los jóvenes y a menudo hostil para los niños, el sistema educativo preventivo continúa siendo la mejor forma de educar porque lo hace incidiendo en la responsabilidad individual y en la libertad.

  El ser humano es fruto del aprendizaje a lo largo de su vida, y uno de los lemas salesianos que mejor hemos aprendido es que, “es de bien nacidos ser agradecidos”. Por eso, hoy, la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio Salesianos de Algeciras, antes de entregar la Medalla de Don Bosco en su primera edición, quiere conceder otro galardón muy especial: el del agradecimiento. No tiene fecha, porque no es de este año ni del que viene ni del otro. Un galardón eterno, como eterna es nuestra gratitud hacia la comunidad de educadores salesianos.

  No es difícil  recordar la primera vez que vinimos al colegio. Los que éramos jóvenes veníamos llenos de expectación ante lo nuevo y los más pequeños llegaban con el miedo a separase de sus padres y enfrentarse a un mundo desconocido. Sin saber qué habría al otro lado de la puerta de hierro. Y al otro lado estaban ellos. Nos invitaron a atravesar el umbral de su Casa para que entrásemos al mundo del conocimiento, de la amistad, de la alegría sin límites. Demostrándonos que el hogar que creíamos dejar al otro lado de la puerta, continuaba en la  familia que ellos habían fundado. Nos esperaban con los brazos abiertos enseñándonos a ser buenos cristianos y honrados ciudadanos. Con la pluma del corazón preparada para escribir en las mentes de sus alumnos, las palabras Alegría, Estudio y Piedad con tinta de oro. Gracias por todo.

  El educador salesiano no castiga ni reprime, sino que dialoga y orienta. La familiaridad que le caracteriza, la amabilidad en su trato y la caridad que imprime a su relación con el alumno, responden al propósito de Don Bosco. Y unidos, familiaridad, amabilidad y caridad, conforman exactamente la lista de materiales que él seleccionó para construir la Institución Salesiana desde los cimientos más férreos: los del amor al alumno. Así, llegamos a esa palabra que emociona al pronunciarse, que inspira al escribirla y que ensancha el corazón de quien la escucha: la Amorevolezza. Una palabra compleja con un significado hermoso que evoca el objetivo de su creador: educar en un ambiente familiar que incite al encuentro fraterno y amistoso. Una palabra que reúne en sí misma todo aquello a lo que aspira la familia Salesiana. Porque, como diría el referente más grande de amor que tiene nuestra comunidad, “Educar es cosa del corazón”.

     Y esta tarde, en este ambiente de Amorevolezza, confirmamos que el espíritu de Don Bosco está vivo. Sus valores, los que han pervivido inalterables desde el SXIX hasta hoy día, presiden este encuentro y se hacen visibles en todos y en cada uno de nuestros premiados.

           Hemos concedido el premio en nuestra primera edición al claustro de profesores del Colegio Salesianos de Algeciras porque reconocemos en ellos los rasgos de nuestra institución a través de la historia y le agradecemos su labor de todo corazón. Ellos son el “sueño” de Don Bosco. Y así los valoramos.

     Estos profesores son el papel de regalo con que se envuelve la Amorevolezza de Don Bosco. La garantía de que este colegio continúa la enseñanza que damos a nuestros hijos en nuestros hogares. Que venir al colegio es como estar en familia. Es tener la tranquilidad de que están en las mejores manos posibles.

     Profesores empeñados en combinar  Razón,  Religión y Amor para levantar el edificio más valioso. Para descubrir el tesoro más grande. Para concluir la empresa más ambiciosa: la educación de los niños y los jóvenes. Los de ayer, los de hoy y los de mañana.

 Ana Camacho Luna.