Marlene Horna: «Se necesitan una mayor concienciación, formación y recursos»

3 febrero 2025

Salesianos Algeciras

Marlene Horna Castiñeiras ha sido la docente en la formación que Salesianos Santiago el Mayor ha programado para que docentes de todas las etapas adquieran una comprensión completa y profunda de las características del Transtorno del Espectro Autista (TEA) y conozcan estrategias básicas de apoyo educativo e inclusión.

Con motivo de la celebración de los cursos: «El alumnado con TEA en el aula», en Deusto, Ourense y Madrid, Salesianos.info ha tenido la oportunidad de entrevistar a esta experta en la materia, quien ofrece pautas e ideas de gran interés educativo.
La psicóloga, Marlene Horna Castiñeiras, lleva desde hace más de veinte años trabajando en el apoyo a personas en el espectro del autismo y a sus familias, así como a otros profesionales relacionados, y desarrolla su labor en los contextos naturales de la persona (casa, centro educativo, comunidad). Además, es consultora y formadora en diferentes asociaciones, federaciones, centros educativos, centros de formación del profesorado y cursos de posgrado.

Fruto de su experiencia apoyando y colaborando con personas en el espectro, familias, docentes y otros profesionales, ha publicado en 2021 el libro que ya se ha convertido en una referencia en autismo:  «Niños y niñas en el espectro del autismo. Comprensión y estrategias prácticas de apoyo educativo», de Editorial CCS.

Salesianos.info: Eres especialista en impartir formación sobre el espectro del autismo ¿cuáles son las mayores dificultades que ves en torno a la formación del profesorado?

Marlene Horna: La mayor dificultad que veo, no solo en el profesorado, sino en toda la sociedad es la de comprender a todos estos niños y niñas, jóvenes y personas adultas. Además de la de ser conscientes de que el comportamiento que observamos no es solo el resultado de sus capacidades y retos personales, sino de estos en interacción con el entorno en el que tienen lugar (social, sensorial, físico, programático), y que estos entornos pueden ser más o menos facilitadores, accesibles y amigables para la persona o, por el contrario, complejos, plagados de barreras u hostiles. Y si esta comprensión de la persona, del entorno y la interacción entre ambos falla, es como si fallara el diagnóstico de un médico, por lo que las interpretaciones, intervenciones, estrategias y apoyos que se pongan en marcha, muy probablemente, fracasen también.

Hay centros educativos y profesionales que comprenden, valoran, respetan y apoyan al numeroso alumnado neurodivergente en sus personales trayectorias de desarrollo, o lo están intentando, y otros que, simplemente, no. Que no están dispuestos. Muchas veces, no es tanto una cuestión de contar o no con una mayor o menor formación, sino de la actitud para querer comprender, escuchar a la persona y su familia y aprender.

SI: Has impartido la formación a un grupo importante de profesorado de diferentes etapas de los centros de nuestra inspectoría, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención?

MH: Destacaría el gran interés, la buena actitud y la fuerte implicación de los profesionales participantes. Mientras se imparte una formación, es posible, a la vez, conocer bastante bien al público que escucha a través de la observación de aspectos tales como la atención que presta, cómo observa y reacciona a lo que se comenta, las notas que recoge, el número y tipo de preguntas que hace, etc. y en todo ello he sentido una maravillosa conexión para reflexionar y aprender juntos y, sobre todo, un gran interés por conocer, comprender y apoyar mejor a su alumnado en el espectro del autismo. Han sido unas formaciones en las que yo, personalmente, he disfrutado mucho.

SI: ¿En qué se diferencian las herramientas utilizadas en las etapas de Infantil y Primaria con las de etapas superiores?

MH: Las estrategias de apoyo, en general, serán en su mayoría similares, aunque, como siempre, hará falta adaptarlas a la edad del estudiante y a las nuevas necesidades que surgirán tanto de la persona como de su entorno. En este sentido, quiero hacer hincapié en recordar que no solo me estoy refiriendo a habilidades y destrezas académicas, sino también a las nuevas necesidades emocionales y relacionales.

Además, en etapas superiores habrá que realizar otros ajustes dependientes de factores específicos importantes: la existencia de un número de recursos muy inferior; el mayor número de docentes por estudiante y la menor supervisión directa; la menor formación y, a veces, interés del profesorado en la comprensión y apoyo al alumnado neurodivergente; el menor contacto con las familias; posibles dificultades en la orientación vocacional; las nuevas habilidades académicas y de autonomía personal requeridas al estudiante, tales como la planificación y organización del trabajo; la mayor frecuencia de trabajos cooperativos que también podrían extenderse fuera del centro escolar; las relaciones entre iguales más complejas, etc.

Cada etapa educativa conlleva desafíos específicos y comunes a otras etapas, tanto para los estudiantes y sus familias como para los educadores. Pero quería hacer hincapié en la necesidad de incidir en la mayor compresión y apoyo para el estudiantado con necesidades especificas de apoyo educativo en las etapas superiores. Parece que esta concienciación es mayor en Infantil y Primaria pero aún nos queda mucho camino que recorrer en Educación Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional. Una amiga mía autista me decía un día muy preocupada: “Diles, que el autismo no se nos pasa al cumplir los 18 años”. La demanda de mi amiga podríamos adelantarla a unos años antes. El cambio de Primaria a Secundaria y etapas superiores puede resultar abismal para el alumnado más vulnerable, especialmente en algunos centros educativos, y el interés y/o la habilidad de buena parte del profesorado por comprender y apoyar a estos estudiantes, a menudo, es menor. Se necesitan una mayor concienciación, formación y recursos.

Por todo ello, me alegró especialmente que se me propusiera la formación dirigida a profesionales de etapas superiores y comprobar, de primera mano, el gran interés que los participantes demostraron. Un interés no tanto por aspectos relacionados con cómo adaptar un examen o plantear los ejercicios, sino por querer comprender lo que sienten sus estudiantes, saber cómo perciben el mundo, qué les ayuda y hace más felices, así como también qué les preocupa, les hace sufrir o provoca que sus vidas sean aún más complicadas.

No nos olvidemos que no estamos hablando de caridad, estamos hablando de derechos, del derecho de los alumnos y alumnas en el espectro del autismo y otros estudiantes neurodiversos a una educación de calidad en la que se garantice su participación, aprendizaje y bienestar emocional.

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